Como alguien que ha lidiado durante mucho tiempo con tendencias perfeccionistas, entiendo el peso paralizante de sentir que todo debe ser perfecto antes de siquiera comenzar. El perfeccionismo, especialmente el tipo que existe más en la mente que en la acción, es una trampa mental. Crea una mentalidad de “todo o nada” que lleva a la procrastinación, la parálisis y, con frecuencia, al fracaso para terminar—o incluso comenzar—muchas tareas.
La trampa del pensamiento “todo o nada”
El perfeccionismo a menudo se manifiesta como la creencia de que si algo no se hace a la perfección, no vale la pena hacerlo. Esta mentalidad puede llevar a un ciclo de evitación y procrastinación. Por ejemplo, considera algo tan mundano como limpiar la casa. El proceso de pensamiento puede ser algo así: “Toda la casa debe estar impecable para que me sienta satisfecha”. Este estándar inalcanzable lleva a la inacción, y como resultado, la casa permanece desordenada la mayor parte del tiempo. En lugar de limpiar un poco de manera regular y imperfecta, puedo esperar a ese raro estallido de energía para intentar una limpieza profunda que nunca llega a suceder.
De manera similar, el ejercicio es otro ámbito donde la mentalidad de todo o nada se apodera. Puedes pensar: “Si no puedo ir al gimnasio y levantar pesas varias veces a la semana, entonces no tiene sentido hacer ejercicio”. Esta expectativa poco realista lleva a largos períodos de inactividad, interrumpidos por entrenamientos intensos esporádicos que no son sostenibles. El resultado es una falta de consistencia y, en última instancia, malos resultados en salud, condición física y satisfacción.
La parálisis del perfeccionismo
En el corazón de esta parálisis perfeccionista está el miedo a rendir por debajo de lo esperado, a ser juzgado como “no lo suficientemente bueno”. Este miedo crea una barrera autoimpuesta que no solo impide comenzar tareas o proyectos, sino que también puede llegar a frenar acciones tan básicas como llamar a un amigo o responder a un mensaje. Hay una preocupación latente de que si no rindo a la perfección, de alguna manera me expondré al juicio o al fracaso. Esto resulta en una preparación interminable, el sobrepensar, y una necesidad casi obsesiva de hacer las cosas “perfectamente bien”, lo cual, por supuesto, rara vez sucede.
La realidad es que la perfección es una ilusión. La vida es desordenada, impredecible y está llena de imperfecciones. Tratar de alcanzar un estándar imposible conduce a la estancación. A menudo, el aspecto más paralizante del perfeccionismo es la forma en que impide el crecimiento. Cuando esperamos las condiciones perfectas o el resultado perfecto, nunca nos damos la oportunidad de aprender de la experiencia, mejorar gradualmente o lograr un progreso real.
El poder de lo “suficientemente bueno”
El anti-perfeccionismo no se trata de bajar los estándares, sino de replantear lo que significa el éxito. Se trata de adoptar la idea de que hacer algo es infinitamente mejor que no hacer nada. En lugar de esperar las condiciones perfectas o que las cosas encajen a la perfección, el anti-perfeccionismo fomenta la acción, por pequeña o imperfecta que parezca.
Tomemos de nuevo el ejemplo de limpiar la casa. En lugar de esperar a tener el tiempo y la energía para hacer una limpieza profunda de cada rincón, he aprendido que limpiar durante 10 o 15 minutos al día es “suficientemente bueno”. Al hacer un poco cada día, la casa se mantiene razonablemente ordenada, y lo más importante, evito la carga abrumadora del perfeccionismo.
El ejercicio es otra área donde adoptar una mentalidad de “suficientemente bueno” tiene sus beneficios. En lugar de obligarme a ir con todo al gimnasio (y luego sentirme desanimada cuando no puedo mantener ese ritmo), he descubierto que una cantidad moderada y constante de ejercicio, ya sea una caminata diaria o una breve sesión en la piscina, es mucho más beneficioso a largo plazo. Me mantiene activa, mejora mi estado de ánimo y me ayuda a mantener la consistencia, lo cual es mucho mejor que no hacer nada por miedo a no hacer lo suficiente.
Los beneficios de la consistencia
La verdadera magia del anti-perfeccionismo radica en la consistencia. Hacer algo—cualquier cosa—de manera constante, aunque sea a un nivel moderado o “imperfecto”, produce resultados mucho mejores que los estallidos esporádicos de perfección. Las pequeñas acciones consistentes se acumulan con el tiempo. Unos minutos dedicados a limpiar cada día resultan en una casa más limpia y manejable. El ejercicio moderado y regular conduce a una mejor condición física, más energía y un mayor bienestar emocional.
Cuando dejamos de lado la necesidad de perfección y abrazamos la idea de lo “suficientemente bueno”, nos abrimos a una mentalidad de crecimiento y productividad. Nos permitimos cometer errores, aprender de ellos y hacer un progreso constante. También aliviamos la inmensa presión de intentar estar a la altura de estándares imposibles.
Superar la baja autoestima y el miedo al juicio
“Al dejar que nuestra propia luz brille, inconscientemente damos permiso a otras personas para hacer lo mismo. Al liberarnos de nuestro propio miedo, nuestra presencia automáticamente libera a los demás.”
– Nelson Mandela
En la raíz de muchas tendencias perfeccionistas está la baja autoestima. El miedo a ser juzgado por rendir por debajo de lo esperado, por no ser “lo suficientemente bueno”, puede ser paralizante. El perfeccionismo se convierte en un escudo, un intento de protegerse del fracaso o de las críticas percibidas. Pero este miedo también es lo que nos impide alcanzar nuestro potencial. Nos convence de que, a menos que podamos ser perfectos, no deberíamos molestarnos en intentarlo.
Superar este miedo requiere un cambio de perspectiva. Debemos aprender a ver el progreso, no la perfección, como el objetivo. También debemos reconocer que las personas son mucho más generosas con nuestras imperfecciones de lo que suponemos. A menudo, el juez más severo somos nosotros mismos. Al permitirnos actuar, aunque sea de manera imperfecta, comenzamos a desmantelar el miedo al juicio y ganamos confianza en nuestras habilidades.
Soltar el perfeccionismo
El anti-perfeccionismo consiste en aceptar la imperfección como una parte natural, inevitable—e incluso hermosa—de la vida. Se trata de reconocer que lo “suficientemente bueno” es, de hecho, más que suficiente. Al dejar de lado la necesidad de perfección, nos liberamos para actuar, crecer y lograr resultados consistentes y significativos. Rompemos el ciclo de la procrastinación y la parálisis, y comenzamos a avanzar, paso a paso, imperfectos pero productivos.
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